Fundación Triangle

Entrevista a Andrea Valenzuela

21/04/2021
Inclusión laboral

Con motivo de dar visibilidad al papel de la mujer en ámbitos tan importantes como la ciencia, hemos tenido el placer de entrevistar a Andrea Valenzuela, que actualmente trabaja en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (en adelante CERN) en un equipo de desarrollo de software del acelerador de partículas.

Andrea Valenzuela

Ha compartido con nosotras los principales retos que se ha encontrado, sus fuentes de inspiración y el por qué eligió esta carrera profesional.

1. ¿Cuál es tu trabajo actual?

Hace seis meses que empecé a trabajar en el CERN, en el acelerador de partículas, ubicado en Suiza en la frontera con Francia.

Estoy aterrizando, el contrato es de un año por lo que es un aterrizaje y aprendizaje rápido, es cierto que en ciencia es siempre difícil conseguir un buen contrato.

Actualmente estoy en un grupo de trabajo que se encarga del sistema de ficheros del acelerador de partículas. Nos encargamos del desarrollo de software y lo que hacemos es crear la infraestructura sobre la que los físicos y físicas almacenan el software que usan en sus experimentos.

Yo estudié ingeniería física y posteriormente me decanté más por la parte de desarrollo de software y algoritmos de inteligencia artificial. Sin embargo, mi trabajo en el CERN se centra en el desarrollo y mantenimiento de software e infraestructuras de computación.

2. ¿Ya sabías el trabajo que ibas a realizar cuando llegaste al CERN?

Sí, apliqué a una posición que estaba en la parte de IT. En concreto el área de desarrollo de software, matemáticas y robótica.

Es un poco diferente de lo que he hecho hasta ahora. Empecé a hacer la carrera de ingeniería física y cuando iba por el final del segundo año, decidí entrar en el mercado laboral y empecé trabajando en una empresa de banca, también relacionado con el desarrollo de software. Tenía que comenzar por algún sitio en el mundo laboral. La investigación no es la panacea y nadie te va a ofrecer de primeras un contrato de investigación.

Cuando llevaba un año pude cambiar de la empresa al mundo de la investigación. Era asistente en un grupo de investigación, hacíamos también desarrollo de software para sistema de biometría. Aquí desarrollamos el programa biomúsica.

Son proyectos diferentes pero todos relacionados con el desarrollo de software y de física aplicada.

El proyecto del CERN no es tanto física aplicada y es un reto para mí. Tenía muchas ganas de salir fuera y vivir independiente, te hace crecer y es un aprendizaje. Cuando vi la oportunidad sabía que iba a ser difícil pero tenía que decir que sí.

3. ¿Dentro del equipo hay más mujeres?

Soy la única mujer dentro de mi equipo de trabajo.

En el CERN hay políticas para favorecer el acceso de las mujeres a los equipos de trabajo y que seamos al menos el 25%. Está bien la política pero el objetivo sigue siendo muy bajo. El CERN hace mucha difusión ya que es un centro de referencia, no sé si específico para captar talento femenino.

Yo ya soñaba con poder trabajar aquí cuando tenía 15 años y leía los libros de Sonia Fernández.

Tanto en el CERN como en otras entidades del mundo científico que he aplicado se anima a las mujeres a formar parte de sus plantillas.

4. ¿Por qué y cómo elegiste este camino profesional?, ¿quiénes han sido tus referentes?

En mi familia las mujeres tienen mucho peso, siempre he visto en ellas un referente. Han sido modelos a seguir y me han animado a hacer aquello que quisiera hacer.

Mi madre como fuente de empoderamiento, ella es un cañón, puede hacer de todo y de verdad. Ha compaginado la crianza de sus dos hijas, su trabajo en el hospital y el cuidado de las personas mayores que había a su alrededor. Mi hermana es una persona súper dinámica, con una carrera, dos másters y ahora está emprendiendo.

Todas mis tías, por ejemplo mi tía Manuela que en el momento que le tocaba estudiar no pudo. Ahora está luchando por sus sueños. Mi otra tía, Ana, luchando e implicándose en movimientos sociales, en favor de los derechos de las personas trans, luchando por los derechos de mi prima. También mi tía Cristina que ha estado siempre presente en mi educación, con mensajes constantes de empoderamiento y siendo siempre un referente de mujer para mí.

Da gusto tener mujeres así en mi familia y en mi vida, fuertes, empoderadas. Personas resilientes que han buscado oportunidades donde en un principio no las había, súper formadas. No puedo estar más orgullosa de las mujeres que me rodean.

Al margen de mi familia, han sido referentes los docentes que he tenido a lo largo de mi educación. Yo siempre he sido una persona muy curiosa que me he interesado por la divulgación científica y me he encontrado con algunas personas que se han preocupado por mis intereses y me han acompañado.

Por ejemplo, vine al CERN de excursión en Bachillerato y todavía cuando voy paseando por aquí y paso por ciertos sitios me acuerdo de mi profesora de física de entonces, Esther González, quién me transmitió su pasión por la ciencia y tuvo un peso muy importante en la elección de mis estudios posteriores.

Para mí era muy importante la opinión de mis referentes en el instituto. Si estas personas me hubieran puesto alguna piedra, o su actitud hubiera sido negativa, por ejemplo, respecto a mi interés  o valía por la ciencia, estoy segura que la Andrea de entonces hubiese tomado otro camino muy distinto. Desde el principio me he sentido acompañada, creo que este es un punto muy importante.

Dentro de la universidad también me he encontrado con docentes que se implican más con los alumnos y muestran interés. En concreto conocí a un profesor con el que hice el proyecto de biomúsica, Óscar Casas, y aunque actualmente no trabajo con él, sigue acordándose de mí y dándome oportunidades. Creo que es muy importante que las personas que tienen el poder de dar oportunidades a las personas que estamos empezando no tengan un sesgo de género.

Me gusta que la directora General del CERN sea una mujer, Fabiola Gianotti, que además lideró el equipo que logró uno de los mayores descubrimientos para el CERN. Tener una mujer como referente de la institución es un valor añadido, aunque eso no quita la falta de mujeres en mi día a día.

5. ¿Crees que en el ámbito de la ciencia se deberían hacer más acciones de visibilización y concienciación sobre el trabajo de la mujer?

Las cifras hablan por sí solas, que haya una minoría en las carreras científicas es un problema grave. Creo que hay que identificar a qué se debe y no creo que la solución pase por bajar las notas de corte de las mujeres en las carreras más populares entre hombres, como algunas personas proponen.

Tampoco pienso que haya que forzar a nadie a estudiar algo que no le gusta.

Estos números creo que son fruto de una serie de influencias más allá de que a los hombres les gusta esto y a las mujeres lo otro. Por ejemplo, en el sistema educativo los contenidos no incluyen la perspectiva de género, en todo momento se silencia el trabajo de las mujeres que son totalmente invisibles. No entiendo bien el por qué de la ausencia de las mujeres en las aulas. Al final parece que hay miedo a que las mujeres se empoderen y quieran romper con lo establecido.

Por eso antes he querido remarcar el papel de los docentes en el instituto, son los primeros referentes y creo que a esa edad hay unos inputs que hay que identificar y que eliminar para las generaciones futuras.

6. ¿En algún momento has pensado en el género como un obstáculo en tu carrera profesional?

No he hecho esta reflexión. En primera persona nunca he vivido una situación de discriminación muy grande hacia mí, sí que la he visto en otras mujeres de mi entorno. Pero sí que he sufrido situaciones incómodas, por ejemplo con el tema de la ropa o que yo sea una mujer a la que no le gusta maquillarse. Eso ha llevado a algunas críticas en el ámbito profesional referentes a mi expresión de género. He sido capaz de enfrentarme a estas críticas porque me he sentido en una situación de poder en la que he podido decir “si esto es así, a mí no me interesa y me voy”. Yo no quiero formar parte.

Cuando a mi lado había hombres en vaqueros, sudadera y zapatillas yo no entendía que a mí se me pidiera otra cosa diferente por ser mujer. Estamos de acuerdo en que hay unos estándares de higiene pero no que por pertenecer a un género tengas que llevar unas prendas de ropa determinadas.

Lo que sí que siento a veces es lo que se conoce como el síndrome del impostor. Me lleva a pensar que no soy demasiado buena, tengo la sensación constante de estar compitiendo con el resto, pero también conmigo misma para demostrarme que me merezco estar donde estoy.

Que valgo, que puedo hacerlo, que hoy a lo mejor no me salen las cosas pero me saldrán mañana. Una de las trabas que me encuentro casi a diario es esa, demostrarme que valgo. Esto es un problema porque hay gente que dice que se ha conseguido mucho, en el ámbito de la igualdad. Pero, ¿después de la lucha somos capaces de disfrutarlo?.

Este es un punto importante que hace que muchas veces yo desmerezca mi trabajo. Creo que esto que me pasa a mí, le pasa a muchas mujeres. Esto se mitigaría si tuviera iguales dentro de mi equipo de trabajo, yo he llegado a pensar “¿estoy aquí solo porque necesitaban cumplir con el ratio?”. Es un mensaje tóxico. Después de pasar por un proceso de selección tan exigente, mudarme a otro país,… Por esto es tan importante educar no sólo en llegar a la meta, si no a que cuando llegues seas capaz de saber ver que lo mereces.

7. ¿Qué otros tipos de discriminación te has encontrado en tu práctica profesional?

He visto mucha discriminación en mi práctica profesional respecto al colectivo de mujer. Ahora mismo trabajo con partículas y esta discriminación no existe en este campo de estudio pero en otros sí.

Por ejemplo, cuando estuve en el grupo de investigación en biometría. Hay mucha invisibilización de la mujer, mucha mirada parcial, por ejemplo eliminarla como objeto de estudio porque textualmente “sus cambios hormonales hacen que sean sujetos inestables”. En ciencia es igual de importante lo que decides incluir en las investigaciones como lo que eliminas. Así que si eliminas al 50% de la población, la femenina, porque con ella no obtienes los resultados esperados, no estás representando a la totalidad de la población y, a mi entender, tu trabajo no es válido. Por eso ha habido históricamente, por ejemplo, una mala caracterización del sistema vascular de la mujer, porque hemos sido eliminadas de los estudios.  En términos de datos, la historia de la mujer es la historia de la ausencia.

El problema viene de considerar a las mujeres una minoría dentro del genérico, que por defecto siempre ha sido el género masculino.

Por eso se dice que cuando una mujer sufre un accidente de tráfico tiene el 47% de posibilidades de sufrir más daños que un hombre. Esto se debe a que la estructura del coche y todas las medidas de seguridad están pensadas para una anatomía genérica, la conocida como masculina. Es necesario tomar acciones para luchar contra esto porque al final afecta a la salud y a la vida de las mujeres.

En el grupo de invesigación en el que trabajé antes de venir aquí, sí que incluíamos al 100% de la población en nuestros trabajos y lo señalábamos explícitamente. Creo que estas acciones son importantes para dar visibilidad y contribuir al movimiento feminista.

Aunque personalmente no soy partidaria del binarismo, sí que en nuestro último estudio que ya está pendiente de publicación hemos reflejado que nuestra muestra considera a hombres y mujeres por partes iguales. Creo que es una manera sencilla de sentar un precedente y que la siguiente persona que coja el estudio y trabaje sobre ello vea la referencia y continúe con la praxis de considerar a toda la población.

Hemos creado un algoritmo que a través de una cámara te detecta la respiración sin contacto. Te enfoca al pecho para realizar la medida, es un problema si hay un volumen en el pecho que no estás considerando, esto no debería publicarse ya que sería una mala praxis. Imaginemos qué pasaría si este algoritmo sesgado se implementase en un coche que controla tu seguridad vial. Esto ya ha pasado y de aquí deriva el que las mujeres tengamos más riesgo de afectación grave frente a un accidente.

No creo que esta ausencia de datos de las mujeres sea mal intencionada, creo que es fruto de la ausencia y de que no se nos tenga en cuenta. Si quieres trabajar y tener en cuenta a todos los colectivos, tienen que estar representados en el equipo de trabajo. Ese es el problema de ingenieros desarrollando algoritmos sin que en los equipos haya mujeres que sean capaces de reflejar otras realidades.

Por ejemplo, en el máster que cursé en Inteligencia Artificial, vimos cómo los modelos que predicen de forma inteligente aprenden a hacerlo según un histórico de datos, pero si estos datos se encuentran sesgados pueden llevar a la cronificación de ciertos comportamientos injustos: machistas, racistas, clasistas, homófobos, etc. El sesgo algorítmico es otro tipo de discriminación futura a la que nos sometiremos las mujeres.

Es importante para mí denunciar esta falta de representación, así como revindicar  un desarrollo científico y tecnológico feminista.

8. Por último, ¿qué consejo darías a una chica que está en el instituto y tiene las mismas inquietudes que tenías tú?

Le diría que hacia delante, que no tiene que dejar que nadie le ponga un freno ni que ella misma se lo ponga. Ahora tenemos mucha información y somos más conscientes de lo machista que es la educación en sí. A lo mejor tenemos la suerte de encontrar referentes en las personas más cercanas o de que alguien nos los enseñe, pero si nadie nos los trae al aula, existen, se pueden buscar y tenemos recursos para encontrarlos. Creo que es importante no dejarse cegar o pensar que un campo no es para ti.

El consejo principal sería ese, que referentes hay, aunque la sociedad se ha encargado de que no sean visibles. Hay que hacer una búsqueda activa hasta encontrar a tu referente.

Quería dar las gracias porque hagáis visible esta realidad. Con esta entrevista espero aportar mi granito de arena para que lleguemos a la igualdad social y profesional.

Espero que llegue un día en que se hable de personas, que no se nos etiquete y que se acepte la diversidad.

 

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